miércoles, 4 de enero de 2012

La iglesia de Temastián ha sufrido varias transformaciones, tanto arquitectónicas como decorativas a través de los años. Se cree que la capilla original era muy humilde, que tenía techos de paja. Más tarde, en el siglo XVIII fue construida con mejores materiales, de entonces data su primera torre, la cual permaneció sin cambios hasta el año de 1922, cuando el capellán y benefactor, Pbro. Julián Hernández C se dio a la tarea de levantar un templo que sobresaliera en la región, dedicado al Señor de los Rayos. Los trabajos duraron 12 años, hasta que el día 11 de Enero de 1934, el santuario fue solemnemente bendecido. En 1947 se concluyó la cúpula y poco más tarde la decoración y el embellecimiento de todo el recinto, el atrio y el jardín.

El Santuario del Señor de los Rayos es de cantera blanca, morada y ocre. En primer plano tiene una espaciosa plaza central, separada del atrio por un enverjado de cantera, rematado con pilastras coronadas por almenas.

La fachada frontal de la iglesia es sencilla, con una portada de dos arcos de medio punto. En el centro del arco menor está la puerta de entrada al recinto y sobre él el arco mayor, en cuya parte superior aparece la inscripción: "AGREGADA A LA BASÍLICA LATERANENSE", haciendo alusión a la basílica de San Juan de Letrán, en Roma. En ambos lados de la portada se levantan campanarios simétricos de forma cuadrangular, con ventanales, al cuatro por cada cara, y remates chapitelados.

La cúpula, por su parte, cuenta con un tambor de vitrales, rodeado de columnas de cantera que sostienen un friso terminado con elegantes almenas. El cimborrio está acabado con la tradicional linternilla, con su cupulino que remata en la cruz respectiva.

El interior del santuario es suntuoso, con labrados de filigrana en la cantera. La cúpula corona la nave del templo, dividiéndolo en dos cruceros y presbiterio, para dar la forma de Cruz Latina, propia de las construcciones de la época.

El altar mayor tiene un diseño muy original enmarcado por el retablo compuesto de un ancho círculo de cantera.

El altar en sí es sencillo. Consta de la mesa y dos gradas que llevan al frente el mismo adorno de cornucopias, como se ve en la hornacina del crucifijo. A los dos costados, hay sendos ángeles de mármol en actitud de franca adoración.

En el muro del fondo aparecen dos puertas en forma de abanicos que dan acceso a la sacristía.

Observar a los feligreses en sus actos de piedad constituye todo un acontecimiento. Además, resulta interesante visitar el Salón de los Retablos del santuario, en donde se exhiben auténticas obras de arte realizadas en diversas técnicas: fresco, grabado, lápiz, óleo, pirograbado, etc., y sobre materiales tan variados como lienzo, madera, papel, piedra o vidrio. 

Todas estas manifestaciones artísticas fueron concebidas como prueba de agradecimiento a un milagro concedido.

Estas obras son de autores mexicanos y chicanos. Sin duda los retablos más interesantes son los hechos por los “aprendices” quienes, utilizan de una manera muy particular el idioma y la ortografía, como aquel que dice “Doll gracias al Sr. De los Rayos por aberme alibiado a mi hijo de un paralis infantil. Jerez, Zac.
Enero de 1959”.

EL SANTUARIO DEL SEÑOR DE LOS RAYOS

Santuario es el templo, generalmente ubicado en las afueras de una población, en el que se venera a una imagen o una reliquia. El del Señor de los Rayos tiene estas características y atrae multitud de peregrinos, sobre todo del centro de la República Mexicana.
No importa la hora ni el día de la semana. A lo lejos se oye el rumor de un autobús. Los comerciantes, tanto establecidos como ambulantes, se preparan con entusiasmo a tener buenas ventas.
Cuando el vehículo finalmente se estaciona, las personas descienden sin prisa y esperan. En cuanto el último pasajero baja, todos se organizan y empiezan su procesión a una hora predeterminada por ellos mismos.
El desfile comienza con el estandarte al frente. Los feligreses, los músicos y el resto de los participantes, entre cánticos, oraciones y con paso lento, se dirigen a la iglesia. Al cruzar el umbral del atrio se observa un poco de desorden ya que unos van a pie, con reverencia, mientras que otros continúan su marcha de rodillas, hasta llegar al altar.
Se trata de Temastián, un rincón del extremo noreste de Jalisco, en el municipio de Totatiche; lugar de peregrinaje donde se venera al Señor de los Rayos. Hay algunos devotos que prefieren venir en automóvil para una rápida visita, mientras no pocos tardan hasta tres o más días en su travesía a pie desde lugares tan remotos como Valparaíso, en Zacatecas o Aguascalientes.